El archivo de los diarios de Pieve Santo Stefano
de Saverio Tutino*
Desde 1984 Pieve Santo Stefano, un pueblo toscano en el confín entre Umbría y Romagna, tiene levantado en los cuatro puntos cardinales de su perímetro, en las carreteras de acceso, un gran cartel amarillo bajo el de la toponomástica oficial: "Ciudad del diario". En efecto, la pequeña localidad alberga, en la sede del Ayuntamiento, un Archivo público que recoge escritos autobiográficos de gente común, en los cuales se refleja, en formas varias, la vida de todos y la historia de Italia: son diarios, epistolarios, memorias de la existencia personal. El pequeño burgo de esta Pieve del Apenino toscano-emiliano vio cómo la guerra destruía prácticamente todo su núcleo habitado: entre los pocos edificios que quedaron en pie está el palacio comunal, en forma de "L" como un libro abierto sobre el atril, con los emblemas de los linajes en las paredes. Cuarenta años después del fin de la guerra, en un ala de este edificio nació una especie de casa de la memoria: una sede pública donde conservar los recuerdos individuales de lo vivido por cada uno. La iniciativa despertó la atención de estudiosos incluso de fuera de Italia. El Archivo atiende no sólo la conservación de los testimonios de escritura personal, como si fuera un museo, sino que también pretende que se aproveche, de distintos modos, la riqueza depositada en él. Después de haberlo llamado "banco de la memoria", en sentido retórico, hemos pasado a definirlo como un "vivero", dado que en él reviven los escritos del pasado, germinando en cada estación y suscitando nuevas formas de atención a la diarística. Para comenzar tuvimos la idea de incentivar la afluencia con un premio. Publicamos un pequeño anuncio en algunos periódicos, un semanario entrevistó al director, y en pocas semanas llegaron más de cien textos y epistolarios.
La cultura de lo vivido Por eso, reunimos en torno a nosotros a dos grupos de lectores: uno formado por personas del lugar -profesores y vigilantes, empleados y estudiantes, el veterinario, un ingeniero, un comerciante y alguna ama de casa- y otro integrado por profesionales: escritores como Natalia Ginzburg, Luigi Santucci, Corrado Stajano, el historiador Paolo Spriano, el sociólogo Vittorio Dini, la poetisa Vivian Lamarque, uno de nuestros mayores lingüistas, Gianfranco Folegna, y con él estudiosos, políticos, periodistas, escritores: Giorgio Galli, Nazareno Fabbretti, Miriam Mafai, Nicola Tranfaglia, Maria Rita Parsi, Pietro Clemente, Mario Isnenghi, Maurizio Maggiani, Dacia Maraini, Beppe Del Colle, Rosetta Loy, quienes, junto a Tina Anselmi, Roberta Marchetti, Saverio Tutino, se fueron alternando con los ciudadanos de Pieve y de la Valtiberina en la lectura de las obras para premiar una, para recomendar otras y para sentar las bases de la catalogación de todas. Así, año tras año, se dieron a conocer decenas de textos de esta escritura de la experiencia personal. Se señalaron los méritos de las cartas de una joven bedel de Bolonia, escritas a sus seres más queridos con el telón de fondo de los problemas de la juventud desorientada de hoy; así como el sabor añejo del epistolario de una condesa milanesa del siglo XIX que escribía a su amante bersagliere. Se destacó el valor cívico de las memorias de un arquitecto romano víctima de un atentado terrorista en los "años de plomo", y el literario de un escritor desconocido y naif que relató su vida en la mina y sus aventuras amorosas; y además, entre tantas otras, se sacaron a la luz la poética narración de la propia vida contenida en las páginas, llenas de errores gramaticales, de un campesino véneto; y la profunda angustia de una muchacha toxicodependiente que escribió a la madre de la comunidad de San Patrignano, antes de quitarse la vida. También tuvo el reconocimiento del Jurado la autobiografía de un campesino siciliano emigrado a los Estados Unidos, al igual que las memorias de un albañil del Sur, las de una señora de Arezzo enferma de depresión, o los recuerdos de un emigrante friulano, de un zapatero triestino, de una campesina boloñesa, de un calavera romano y de un pobre campesino de la tierra aretina. Una quincena de escritos como éstos fueron premiados entre 1985 y 2000 con una cierta cantidad de dinero y la publicación, en distintas editoriales. Aparte, otros muchos textos fueron publicados y difundidos gracias a distintas contribuciones, patrocinadores ocasionales y privados. En 1991 nació la colección "Diario Italiano" de la editorial Giunti en la que ha visto la luz una veintena de escritos procedentes de nuestro Archivo, y en 1995 "Baldini & Castoldi" empezó a hacer lo mismo con los diarios premiados cada año, hasta 1999, cuando Mursia quiso ser la editora del Premio Pieve. En la edición de 1999 éste recayó en un texto incómodo: la historia de una joven sarda que, maltratada por la familia y por el marido, denuncia las agresiones y privaciones. Tras ser rechazada por muchos editores, dichas vivencias se han convertido en libro gracias a la intervención de una pequeña editorial de Roma, Malatempora.
Cada diario es un acontecimiento Así se ha puesto en circulación la idea según la cual en ciertos documentos personales, ajenos a la lógica del mercado, también se puede recabar un nuevo filón de literatura no culta (acaso "semiculta"), dotada, sin duda, de una vivacidad cultural adecuada para la época que estamos viviendo. Mientras tanto, el Archivo es visitado y consultado por estudiantes, periodistas, escritores, directores de teatro y autores de guiones televisivos o radiofónicos. Se cotejan los diarios y frecuentemente se hallan paralelismos y convergencias que a veces motivan encuentros entre unos y otros respecto a los hechos que se describen del pasado. La microhistoria, contenida en los testimonios conservados, conduce a valorizar cada segmento de vida, cualquiera que haya sido su uso primario. Aparte de esto, en torno a esta fuente de memoria cobra fuerza una especie de atención a viejos parentescos y nuevas amistades, casi como si las personas cuyo recuerdo ha quedado grabado sobre el papel pudiesen volver a cuestionar una pasada soledad, para comunicarse con el mundo en una atmósfera renovada y real. En relación con estas valorizaciones inéditas de los documentos personales, Philippe Lejeune, autor de "El pacto autobiográfico" (Megazul-Endymion, 1994), se muestra de acuerdo con cuantos nos atrevemos a usar la palabra "magia" para calificar ciertas proximidades entre la poética del pasado y el acercamiento científico a las historias autobiográficas, sean del nivel que sean. Afirma Lejeune que "los textos autobiográficos no deben ser considerados sólo como un documento útil para el estudio de los acontecimientos históricos y como tal, a priori, interesantes y significativos". Por esta razón también a nosotros nos ha parecido oportuno ponerlos a disposición del público y a la comparación entre ellos, haciéndoles revivir en su propia vida. Partimos de una intuición similar a la de Lejeune: nos preguntábamos qué hacer para localizar "todos estos textos anónimos, fuera de la investigación de cualquier institución local y expuestos a las pérdidas y destrucciones materiales de lo privado, para evitar que cualquier día también ellos terminaran así, de un modo u otro, desapareciendo de la vista y de la atención de sus propios autores o de sus descendientes". Y desde el momento que constituimos el Archivo, los autores nos ofrecen sus diarios para garantizar su conservación tras la muerte o incluso tan sólo para que puedan ser leídos. Un día, una diarista octogenaria se dirigió al Archivo de Pieve: "Me habría gustado que al menos una persona lo leyese para no pensar que yo -puesto que no tengo marido ni hijos- he pasado por esta vida sin que nadie haya notado mi presencia, sin dejar siquiera una pequeña impronta". Así, poco a poco, solicitando el envío para la lectura y recibiendo a su vez solicitudes para leer, en 17 años hemos recogido más de 3.700 memorias autobiográficas, en forma de recuerdos de vida, diarios, colecciones de la escritura más diversa.
La necesidad de ser leídos Nuestro objetivo parece alcanzado: queríamos despertar el interés por esta literatura de vida. Nos parece haberlo logrado. Hemos creado una forma nueva de poder democrático que permite a todos aquellos que escriben de sí mismos ser leídos por alguno. Cada poder corresponde, al menos al principio, a una necesidad social; aunque no siempre a un poder le corresponde la necesidad de muchos. Indudablemente el Archivo de Pieve ha creado una institución a la que se dirigen, cada año, 200 ó 300 personas que llevan un diario o que poseen diarios. Se calcula que el 65% de los italianos escriben alguna cosa: memorias de vida, o incluso sólo cartas y diarios. El 11% de ellos llevan un diario. Y más o menos el 7% de los italianos encuentra en Pieve una respuesta a su necesidad de ser leídos en una institución nacida justamente para eso. Según los psicólogos, la otra persona que leerá sus páginas es el yo ideal de cada uno. Hoy, desde el punto de vista institucional, el Archivo de los Diarios se parece más a una asociación cultural, viva y activa, que a un museo de materiales que envejecen en la vitrina, como en muchos archivos. Y es una asociación que carece absolutamente de fines comerciales, sostenida sobre todo por voluntarios. En suma, cada persona que se dirige con su diario al Archivo adquiere aquí un poder que no tenía. Para toda persona que quiere hacer leer su diario, se abre, por vez primera, un nuevo espacio de libertad cívica donde satisfacer una necesidad primaria y real: preservar la identidad más allá de la existencia física. Lo que se consigue sin contrapartida económica alguna, tan sólo pidiendo ser acogidos. Al contribuir a esa función, el Archivo asume en parte el papel de un "servicio cultural". El Archivo, en sustancia, debe servir para acrecentar el valor cultural de cada testimonio personal que adopta la forma escrita y se empeña en destacar la dignidad de la persona frente a cualquier otra intención que se le quiera dar a dichos documentos. La memoria de cada individuo puede quedar muda cuando de ella no existe huella escrita; pero si la hay debe ser conservada y protegida. Nuestro Archivo, por lo tanto, suscita y moviliza energías con el fin de encontrar y conservar estas escrituras, y también con el de ponerlas en circulación. Gracias a los modernos medios informáticos, puede proyectar al infinito las particularidades propias de una célula del vivir colectivo. La idea de C.G. Jung según la cual nuestro yo es el fruto de todo el tejido cultural que lo ha precedido, aquí trata de realizarse en un experimento pequeño y concreto. El Archivo expresa una conciencia humana moderna. El hombre, que no se resigna a pasar a través de lo físico de la existencia personal sin dejar, si puede, una huella de sí, buscaba un refugio. Ahora ha encontrado uno, minúsculo pero a su medida, en el Archivo de Pieve. Al hombre moderno no le basta con saber que, después de nosotros, todo continua viviendo en el conjunto de las cosas y en la inteligencia colectiva. Si quedaba alguna posibilidad para conservar también la individualidad de las experiencias singulares y para transmitir el correspondiente testimonio, ésa era un reto por asumir. Así nació el nuevo centro cultural del Archivo Diarístico Nacional de Pieve Santo Stefano, vivo y operativo desde hace 17 años.
La jornada del diario Quien tiene un diario sabe ahora que también esto es un modo de alimentar la necesidad de identidad y de convivir con ella en una sociedad en la que el Otro es tan poco querido. Nuestros socios buscaban al menos un lector. Sin embargo, han encontrado unos sesenta, más o menos estables, en Pieve y sus alrededores: son los miembros de la comisión de selección y los lectores externos que les asesoran. Además, han hallado trece personalidades importantes -los miembros del Jurado que otorga el premio- que leen los diez diarios finalistas elegidos por la comisión local. Y aparte están los estudiantes que se licencian consultando el Archivo, los periodistas que toman apuntes, los directores de teatro que buscan ideas y personajes. La manifestación anual "Memorias en la plaza", que se desarrolla uno de los domingos próximos al 8 de septiembre, confirma en cada ocasión el valor concreto de una temática que tan sólo en los últimos años ha adquirido, en Italia, la dignidad de un género literario y el valor documental que los historiadores atribuyen a los testimonios objetivos de una moderna antropología. La visita de los diaristas a su Archivo está en el centro de la manifestación. En la sala consistorial se abre una exposición de los diarios más singulares y de los manuscritos originales llegados al Archivo durante el año. En la víspera de la entrega del premio tiene lugar una reunión entre los jurados populares de la comisión local que selecciona los diarios y el Jurado nacional sobre los criterios de lectura de los textos autobiográficos. En la mañana de la concesión se establece un diálogo entre los diaristas y los lectores populares de los diarios: un encuentro directo entre algunos autores de las memorias autobiográficas y sus primeros "lectores" que constituye una de las funciones concretas de la conservación pública de los testimonios personales, al margen de que en un momento posterior éstos sean publicados o no. Con los años, la fiesta anual de la autobiografía se ha convertido también en la ocasión para encontrarnos con los responsables de otros archivos surgidos en diversos países europeos con planteamientos similares al de Pieve. En Ambérieu, próxima a Lyon, en Emmendingen, cerca de Friburgo, en Alemania, en la Roca del Vallès, en Cataluña, y en Kärsämäki, en Finlandia, se han creado centros para el estudio y la valorización de la autobiografía. Otros archivos de diarios y memorias personales, nacidos anteriormente con el fin de recoger testimonios concretos sobre los avatares históricos y sociales de Polonia, Austria, Suiza o Inglaterra, se reúnen hoy, junto a Pieve Santo Stefano, en la Asociación Europea para la Autobiografía. Debido al vertiginoso crecimiento, fácilmente previsible, de este nuevo filón cultural, el Archivo de Pieve se está preparando para un trabajo futuro cada día más rico de ramificaciones. En 1998 nació una revista editada por la Fundación que, con el título de "Primapersona", se ocupa del debate general sobre la autobiografía y de dar voz a los diarios conservados en el Archivo de Pieve. En 1999, el Comité científico del Archivo, presidido por Pietro Clemente, organizó un congreso europeo sobre el tema de la escritura autobiográfica femenina. Y por iniciativa de la Universidad de Milán se creó la Universidad Libre de la Autobiografía en la localidad de Anghiari, cercana a Pieve, cuyos cursos, dirigidos por el profesor Duccio Demetrio e impartidos por profesores universitarios de toda Italia, comenzaron en julio de 1999.
* Saverio Tutino, periodista y escritor es el creador y fundador del Archivo Diarístico de Pieve Santo Stefano y de la Universidad Libre de la Autobiografía de Anghiari. Asimismo es presidente del Jurado del Premio Pieve-Banca Toscana, director cultural de la Fundación y director de la revista "Primapersona".
traducción de Antonio Castillo Gomez
La Fundación Archivo Diarístico Nacional se encarga de conservar memorias, diarios, autobiografías o epistolarios escritos en italiano. También se pueden enviar testimonios en otras lenguas con tal de que hayan sido traducidos a cargo de los autores (o de los propietarios de los escritos), como claramente se especifica en el Reglamento del Premio Pieve. Quién esté interesado en los temas que conciernen a la autobiografía puede dirigirse al Archivo de los Diarios o al resto de instituciones vinculadas a la Fundación de Pieve Santo Stefano.
France, Ambérieu en Bugey Association pour l'Autobiographie
Spain, La Roca del Vallés Arxiu de la memorìa popular
Germany, Emmendingen Deutsches Tagebucharchiv
Finland, Kärsämäki Académie pour l'autobiographie et l'art populaire
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